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viernes, 2 de mayo de 2014

¿Por qué no le damos un manazo?


Mi imaginación voló. Qué hubiera hecho yo si estaba en el lugar de la simpática periodista de la Red Uno, que se atrevió a sentarse a lado del más despreciable de los alcaldes en materia de trato personal a las mujeres (de su gestión no me ocupo, porque me dicen que es un capo, no sé), se me ocurrieron diferentes reacciones, que seguramente muchas hemos ensayado en nuestras mentes.
  1. Le doy un microfonazo.     
  2.   Le doy un cabezazo. 
  3. Le pego un grito al tiempo de sopapearlo de “soltame carajo”, tan fuerte que me quede sin amígdalas y él se quede sordo.
  4. Le dejo su mano asquerosa como mapa, porque no sólo me la quito de encima, sino también la araño para que sepa que me las limo bien finito para defenderme de cualquier agresor y de paso, mostrar unas uñas y manos perfectas.
  5. Me paro, lo pateo y me voy, pero bien pateado ¿no?, que le quede el morete por unos tres meses.
Y bueno, después de tanto ensayo mental es inevitable preguntarse por qué la periodista, la concejala, las otras periodistas y las otras mujeres agredidas por este vil sujeto, hasta hoy, no reaccionaron. Es más, prácticamente todas se esforzaron por disimular lo mejor que pudieron, la última hasta siguió sonriendo en un: “el show debe continuar”.

Déjenme decirles mis estimados y estimadas, que las “metidas de mano” son bien comunes en nuestra sociedad, en las calles, en el trasporte público, en los conciertos, en el cine, a solas, con mucha gente alrededor, en calles desiertas, de noche o con el sol.

Déjenme decirles también que lamentablemente hay muchos Percys en este mundo y muchas mujeres que no reaccionamos porque por lo general estamos desprevenidas, créanme que no andamos a la defensiva por si algún pervertido nos quiera toquetear.

Ahora, muchos dirán con razón que al tipo ya lo conocemos todos/as, que sabemos su baja calidad humana frente a las mujeres, y sí, ya lo conocemos como degenerado y mano larga. ¿Qué debemos hacer entonces? Si me tocara hacerle una entrevista… ¿debería ponerme una burka para que no se me note ni el color de mis ojos?, ¿tuviera que dejar de maquillarme o quitarme el perfume?, ¿entrevistarlo con un escudo, para que su mano no traspase los límites? No, porque las mujeres no tenemos la culpa de que el tipo sea como es, así que si la periodista quiere verse como le da la gana, puede hacerlo, porque es él quien no tiene derecho a cometer esos abusos.

Aquí lo que hace falta es denunciar, no callar, reaccionar, no disimular. Mujeres del mundo, el tipo es un degenerado, si les toca estar a menos de un metro de él, atentas, que al primer intento deben reaccionar, y no sólo con él, sino con todos los degenerados de este planeta, que piensan que tienen derecho a tocarnos, golpearnos, violarnos, sólo porque se creen la gran cosa, y ojo que incluyo aquí al manolarga lenguasuelta del Dr. Robert Rey, famoso cirujano plástico que llegó a dar una charla a Santa Cruz y se la pasó toqueteando a cuanta periodista se le acercó, ¿o le van a perdonar al doctorcito porque es guapo?

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