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miércoles, 23 de abril de 2014

Credifácil hipotecario, otro “oficio” de la Iglesia

Definitivamente no lo encontré en ningún libro escolar, ni siquiera la universidad me dio este dato tan peculiar y valioso, fueron las escrituras públicas de la colonia, documentos equivalentes a los contratos que usamos hoy en día y que se encuentran en el Archivo y  Biblioteca Nacionales de Bolivia (ABNB), en Sucre, donde tuve el privilegio de trabajar, las que me reforzaron la  idea de que la Iglesia Católica no solo administraba la fe, sino también la riqueza económica de la época.

Estos documentos, rescatados de las garras de la humedad, las plagas ratoniles y la indiferencia, y que se convierten en fieles testigos de lo que pasó en aquellos tiempos, nos muestran una información que muchos no han sabido difundir, o quizá, pretendieron ocultar: la Iglesia Católica funcionaba como un banco. Eso mismo. Recibía depósitos de los pudientes de la época, otorgaba créditos para los -literalmente hablando- desafortunados, por lo que aceptaba prendas hipotecarias, realizaba remates de los bienes de los deudores, recibía y administraba las dotes de las damas que ingresaban de monjas, etc., casi nada diferente de las instituciones financieras de nuestros tiempos.

Estos archivos, manuscritos en un español que actualmente resulta incomprensible para alguien que no tiene una base mínima de paleografía, relatan con exquisito detalle cada una de las transacciones realizadas en la Ciudad de La Plata y la Villa Imperial, conocidas así a las ciudades de Sucre y Potosí, que en la colonia fueran la  meca de los negocios del mundo entero.
Los nobles firmaban créditos para salvar sus haciendas, sus casas, sus esclavos. Los menos afortunados ni siquiera podían entrar a una iglesia, asi que difícilmente hubieran podido acceder a un préstamo. No existía otra entidad"oficial" que maneje las finanzas de lo que en aquella época fuera considerado el centro mundial de los negocios.

Se usaban monedas de plata. Una casa podía costar unos 500 pesos y un esclavo era comercializado incluso por 150, siendo las esclavas mujeres en edad fértil, las más costosas, algo que me hizo recuerdo a la compra y venta de mascotas hoy en día.

Gran parte de esa riqueza, venida de transacciones de objetos o de humanos, era administrada por la Iglesia Católica, la que promovió el uso de estos archivos coloniales, escritos diestramente, para que el deudor "no se niegue" al momento de cobrar lo prestado, porque los mismos contenían su firma y rúbrica como compromiso de puntualidad en el pago, que no siempre cumplía, porque hay documentos que evidencian el remate de bienes, que eran también frecuentes.


Estos archivos pueden ser hallados ya catalogados y fotografiados en el ABNB, pero los documentos en físico están celosamente resguardados en unas bóvedas acondicionadas especialmente para su conservación, por lo que, como me dijo un viejo amigo de la institución, es poco probable que alguno de esos archivos salga de ahí, razón por la que mi orgullo es mayor, porque fui una de las pocas y últimas personas que pudo tocar y leer esos documentos, aunque no olvido la primera semana de trabajo, en la que no pude dejar el insomnio y las pesadillas, ya que al leer archivos de compra y venta de niños y niñas esclavos, estuve a punto de renunciar: eran documentos reales de gente real, no era una película, un libro... nadie me lo contó.

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