Credifácil hipotecario, otro “oficio” de la Iglesia
Definitivamente no lo encontré en ningún libro escolar, ni siquiera la
universidad me dio este dato tan peculiar y valioso, fueron las
escrituras públicas de la colonia, documentos equivalentes a los
contratos que usamos hoy en día y que se encuentran en el Archivo y
Biblioteca Nacionales de Bolivia (ABNB), en Sucre, donde tuve el
privilegio de trabajar, las que me reforzaron la idea de que la Iglesia
Católica no solo administraba la fe, sino también la riqueza económica
de la época.
Estos documentos, rescatados de las garras de la
humedad, las plagas ratoniles y la indiferencia, y que se convierten en
fieles testigos de lo que pasó en aquellos tiempos, nos muestran una
información que muchos no han sabido difundir, o quizá, pretendieron
ocultar: la Iglesia Católica funcionaba como un banco. Eso mismo.
Recibía depósitos de los pudientes de la época, otorgaba créditos para
los -literalmente hablando- desafortunados, por lo que aceptaba prendas
hipotecarias, realizaba remates de los bienes de los deudores, recibía y
administraba las dotes de las damas que ingresaban de monjas, etc.,
casi nada diferente de las instituciones financieras de nuestros
tiempos.
Estos archivos, manuscritos en un español que actualmente
resulta incomprensible para alguien que no tiene una base mínima de
paleografía, relatan con exquisito detalle cada una de las transacciones
realizadas en la Ciudad de La Plata y la Villa Imperial, conocidas así a
las ciudades de Sucre y Potosí, que en la colonia fueran la meca de
los negocios del mundo entero.
Los nobles firmaban créditos para
salvar sus haciendas, sus casas, sus esclavos. Los menos afortunados ni
siquiera podían entrar a una iglesia, asi que difícilmente hubieran
podido acceder a un préstamo. No existía otra entidad"oficial" que
maneje las finanzas de lo que en aquella época fuera considerado el
centro mundial de los negocios.
Se usaban monedas de plata. Una casa
podía costar unos 500 pesos y un esclavo era comercializado incluso por
150, siendo las esclavas mujeres en edad fértil, las más costosas, algo
que me hizo recuerdo a la compra y venta de mascotas hoy en día.
Gran
parte de esa riqueza, venida de transacciones de objetos o de humanos,
era administrada por la Iglesia Católica, la que promovió el uso de
estos archivos coloniales, escritos diestramente, para que el deudor "no
se niegue" al momento de cobrar lo prestado, porque los mismos
contenían su firma y rúbrica como compromiso de puntualidad en el pago,
que no siempre cumplía, porque hay documentos que evidencian el remate
de bienes, que eran también frecuentes.
Estos archivos pueden ser
hallados ya catalogados y fotografiados en el ABNB, pero los documentos
en físico están celosamente resguardados en unas bóvedas acondicionadas
especialmente para su conservación, por lo que, como me dijo un viejo
amigo de la institución, es poco probable que alguno de esos archivos
salga de ahí, razón por la que mi orgullo es mayor, porque fui una de
las pocas y últimas personas que pudo tocar y leer esos documentos,
aunque no olvido la primera semana de trabajo, en la que no pude dejar
el insomnio y las pesadillas, ya que al leer archivos de compra y venta
de niños y niñas esclavos, estuve a punto de renunciar: eran documentos
reales de gente real, no era una película, un libro... nadie me lo
contó.
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