Puso cara de pedo y luego se salió de la fiesta, ya afuera fumó un cigarro y dijo, “no aguanto esa musiquita”, con la típica actitud de una persona que ha sido insultada y que por dignidad a preferido abandonar la discusión y no hacer un papelón.
¿Alguna vez observaron esa actitud? Yo muchas veces, en
gente muy joven que odia a One Direction, en ya mayorcitos que odian a los Gun ‘s
Roses, en gente de mi generación que odia a la los “laicilaicus” de la
Kantutita del Amor.
La música, se ha convertido en (quizá) el último bastión que
usan los racistas y homófobos para llevar a práctica sus odios, que tan solo
son, en realidad, temores a lo diferente. Poner esa cara de “no me toques
porque me ensucias” es algo que vivimos día a día, en todo lado. ¿O acaso nunca
han protestado porque “Las amorosas del amor” son el grupo favorito de los
microbucistas?, ¿o nunca han escuchado a algunos de sus hijos (varones) putear
contra el Justin Bieber? , ¿o quizá alguno de sus amigos, observar a Ricky
Martin, especialmente desde se declaró abiertamente gay?
Siempre resulta familiar que alguno no desee siquiera
nombrar a esos artistas y el apunte es que ni siquiera critican su capacidad
vocal o la creación musical como tal, es simplemente porque “parece mujer”, o
porque “es muy ordinaria”, o por “horrible”, sin mayor argumento.
Déjenme decirles que eso tiene un alto componente
discriminador, porque la realidad es que no criticamos al artista sino a lo que
representa. Me dirán que no es así, que finalmente uno tiene sus preferencias
musicales, y eso es cierto, pero cuando ya te provoca odio, molestia extrema y
se te sale un insulto de por medio, ya es discriminación.
Creo firmemente que nuestra evolución hacia un mundo libre
de discriminación debe nacer hasta en estos detalles, en la tolerancia y el
aprendizaje de nuestra cultura musical. Por ello me declaro fanática total de
la Vilmita Corazón, para que la conozcan les dejo el link
y también de la
peruana Reina Chelera y sus Príncipes Cheleros.
Calidad de música a la que
deberíamos darle una oportunidad… sin hacer gestos.