“Nos echaron”, me dijo entre
susurros una congresista también vicepresidenta del Parlamento Latinoamericano,
tratando de explicarme en dos palabras lo que el Presidente de ese organismo,
el senador chileno Jorge Pizarro, trataba de hacernos entender con términos quizá
más diplomáticos.
Antigua sala de reuniones del Parlatino en Sao Paulo, Brasil |
Una de las primeras sugerencias fue la de conformar una comisión del más alto nivel, que visite al alcalde para tratar de convencerlo que nos permita estar en ese edificio por lo menos por un tiempo más, hasta que definamos una nueva sede.
Otra de las opciones, la menos
apoyada, era el trasladar la sede a Panamá, a un edificio mucho más pequeño y
austero, pero que en definitiva sí era propiedad del organismo.
Y, me tocó hablar. Me dirigí a Pizarro y le dije “si algo aprendí del Presidente Evo, es que
siempre se debe conservar la dignidad. Vámonos. Ya nos echaron y el alcalde no
ha mostrado un solo signo amable que nos dé la esperanza de quedarnos acá,” y
disculpándome por cómo sonaba la frase, concluí “más vale rancho propio que
palacio ajeno”. Y así fue, la sede se trasladó con todo su personal hasta
Panamá, a la austeridad que quizá no estaba acostumbrada.
Actual sede del Parlatino en Panamá |
Cuando ocurrió el nefasto bloqueo
al Presidente Evo en Europa, recordé con cierto nivel de lucidez este capítulo
de mi vida, y me repetí una y otra vez “dignidad”, una lección que aprendí hace
mucho de él, que seguro habrá recordado Pizarro, mezclando sus rememoraciones
con algunas declaraciones que hizo justamente contra Evo, varias veces y que
le valieron el voto en blanco del bloque oficialista del grupo parlamentario boliviano
hace algunos años.
Quizá también lo recordó la senadora
argentina Sonia Escudero, quien en cambio siempre había apoyado nuestro proceso de cambio
y que promovió una declaración del senado argentino de apoyo a Evo, también
dirigida al Eurolac, organismo que agrupa a congresistas de Latinoamérica y
Europa.
O, quizá sólo lo recordé yo, en
medio de mis rabias y temores de que algo le pase a Evo, de que el Imperio sea
capaz de mellarlo, de reducirlo, de amenazarlo, miedos que se me disiparon en el
justo momento en que bajó de ese, hasta hace algunas horas, avión retenido,
bloqueado, secuestrado.
Dignidad, eso que no debemos
perder jamás.