“Adela Azurduy”, fue la dubitante
respuesta de una de las mises que competían por la corona del Miss Bolivia,
cuando una periodista de la Red Uno le preguntó el nombre de la única
presidenta mujer que haya tenido nuestro Estado.
En mi casa no atinamos a otra
cosa que reírnos y seguro que una gran parte de las familias que estaban a esa
hora, sentados alrededor de ese ritual conocido como almuerzo, hicieron lo
mismo, al tiempo de criticar el poco conocimiento de la historia de Bolivia que
tenían las candidatas, porque, lastimosamente, no fue la única respuesta
estúpida que se escuchó.
Ahora, después de una pausada
reflexión, pienso que no deberíamos exigir a las mises que aparte de los
esfuerzos para cultivar su cuerpo, tengan que cultivar la mente, porque, en
definitiva a nadie le importa cuán intelectuales son las señoritas.
En el “trabajo” de su reinado la
labor que hacen es básicamente de representación de sus lugares de origen:
visitan orfanatos, posan junto a autoridades, bailan junto a las ancianas de
algún asilo para el día de la madre y para eso no creo que necesariamente
tengan que haber leído por lo menos el libro “Historia de Bolivia”, del Manu
Vargas.
Me pregunto la cantidad de veces
que les hicieron esas preguntitas, por ejemplo, a nuestros futbolistas de la selección.
Ellos, señoras y señores, son futbolistas, cultivan su cuerpo para el buen
desempeño de su carrera y para lo único que se les exige que usen su cabeza es
para meter un golazo al filo del término del partido.
En esa lógica comparativa, debiéramos luchar para que esta sociedad deje de imponer su
machismo esperando a la “mujer perfecta”, es decir alguna fémina bella e
inteligente, más allá de las teorías de "cosificación" que si bien visualizan los atropellos que hay en medio de ese oficio, apuntan a criticar más a las mises que a las empresas que las contratan, que les imponen, por ejemplo, que no pueden embarazarse, que deben
ser solteras, que las matan de hambre y que les exigen tener un comportamiento ejemplar, vulnerando todos sus
derechos logrados en la Constitución.
La posibilidad de encontrar a una
mujer que compita en esas lides, que sea hermosa y tenga conocimientos vastos en
historia o "cultura general" es poca, pero sí probable, de hecho admiro
mucho a una sobrina que se raja preparándose en esa área para competir
frente a otras chicas quizá con más experiencia. Pero de ahí a que les exijamos una perfección que no existe siquiera en las mujeres no mises, es una arbitrariedad que debemos denunciar en todo momento.
Luchemos por los derechos de las mujeres, mises y no mises, no busquemos perfección donde no la hay, dejemos de preguntar insidiosamente para "hacer caer" a la candidata y desnudar algo que la sociedad patriarcal les ha impuesto. Ellas se matan haciendo ejercicio, comiendo poquito, rompiendo sus nervios en cada certamen. Ellas son sólo bellas, dejen de
joderlas.
Foto La Razón.