Llegué de noche, ya tardecito, tuve que ir hasta su cuarto y
le dije “Vikis, qué pasó, te has encerrado”, ella me dijo que estaba cansada,
le avisé entusiasmada que habrá doble aguinaldo, y me respondió toda triste que
eso no estaba bien para ella, que todo iba a subir.
Mi trabajadora del hogar se puso triste.
Recordé un taller que hace muchos años había tomado, con
psicólogos expertos en salud laboral, y en aquel entonces tocaron el tema del “sentimiento
de culpa” un trastorno psicológico que afecta a buena parte de la población y
que tiene implicancias que, hasta ese entonces, ni conocía.
Me explicaron por ejemplo, cuán vulnerables somos
frente a la felicidad, que nos sentimos culpables ante sentimientos de
alegría, al extremo que cuando nos reímos a mandíbula batiente, solemos
abandonar con prontitud el ejercicio y pensar, “ya no reiré tanto, seguro luego
voy a llorar”.
Y eso exactamente le estaba pasando a la Vikis, prefirió
abandonar la ilusión de tener doble aguinaldo por dos razones, la primera, porque
pensó que no le correspondía y que si era así, yo no le iba a pagar (algunos me
aconsejaron que apague radios y teles para que no se entere, obviamente no les
haré caso), y la segunda, que en las radios y teles hubo una explosión de
economanía y mil sujetos, sabiendo o no, dijeron que era una medida
contraproducente, que iban a despedir trabajadores, quebrar fábricas y que en
definitiva este país se iría a la mierdé.
Es posible que al haber mayor demanda (más circulante en los
mercados) la oferta suba sus precios, cosa no extraña en esta época, con o sin doble aguinaldo. Pero decir que la inflación se disparará
al extremo de quedarnos todos en la calle, no pasará. El Estado se encuentra
ahora en una bonanza económica, que jamás será aceptada como un logro del
gobierno por los opositores, que lamentablemente se han ocupado de sembrar el
terror sobre esta medida.
Comprendo a muchos empresarios, hombres y mujeres, que se
sienten afectados en sus derechos, de hecho tengo varios en mi propia familia.
Pero también comprendo que si el empleador tuvo la necesidad de contratar a
otras personas es porque el negocio ha tenido rentabilidad. Un empresario no contrataría
a nadie si supiese que no ganará un peso por ese trabajo. Entonces, lo que se
debe hacer es cumplir nuestro rol dentro de este Estado Plurinacional, y
trabajar también en la redistribución de la riqueza.
Además, si el efecto sería realmente como dicen esas lenguas
viperinas, el pago de los bonos en todas sus versiones provocaría constantes y
peligrosas inflaciones y no sería sostenible.
Yo prefiero creer, porque las mil veces que dijeron que con
esta o aquella medida gubernamental nos veníamos abajo, me mintieron.
Yo prefiero pagarle a la Vikis, porque es lo que en justicia
corresponde y gracias a su trabajo yo también puedo trabajar.
Yo prefiero vivir sin culpas, porque seré feliz con esta
política económica y las que vengan, y si me río a mandíbula batiente, no
pararé de hacerlo, ya que luego no me
permitiré llorar.