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miércoles, 12 de febrero de 2014

En política: solamente la puntita, no sirve



“¿Eres invitada?” me preguntó ella, le respondí que sí y conseguí que prácticamente todos los asistentes a la reunión se molestaran, uno me dijo que no era bienvenida y casi me echaron, me resistí hasta el final y recibí muchos insultos: era la primera vez que asistía una reunión del MAS, pero ya era candidata “invitada” a diputada, definitivamente no estaba preparada para eso.

Ya han pasado como nueve años y aunque ahora lo recuerdo como una anécdota, no puedo dejar de cuestionarme muchas cosas, mi falta de experiencia política (nunca es suficiente), mi falta de malicia para adivinar ciertas actitudes, el modo en que debí reaccionar y no lo hice, en fin, tonterías que en ese momento sí fueron fundamentales, pero que no me dejaron huella de odio o resentimiento alguno, porque ahora por fin los comprendí.

Comprendí que el que ha construido un instrumento político desde sus cimientos tiene derecho absoluto de desconfiar del que llega a última hora. Podría ser un vendido, un interesado, podría ser incluso el traidor que menoscabe los intereses colectivos y entregue a manos llenas información al enemigo, podría ser también un flojo o un corrupto. De todo podría ser.

Estar en la política no había sido fácil, es un tiempo complicado en el que debes defender tu ideología y a tu líder. En este caso me siendo honrada de decir que defendí los intereses del MAS y la imagen de Evo Morales, y que eso permitió profundos cambios en un momento complicado de la historia de Bolivia.

Después del ejercicio democrático vivido el domingo, en el que el MAS llamó a su militancia a la reinscripción, veo cómo algunos critican tal actividad siendo opositores, aunque no debe sorprenderme porque dada su mediocridad seria raro que no lo hagan. Lo que sí sorprende es la respuesta de algún masista desubicado, como un senador potosino, que no dudó en expresar una especie de berrinche, negándose a la inscripción, describiéndola como la reducción a un simple carnet partidario.

“No pienso inscribirme al MAS” dijo Eduardo a la prensa, a quien recuerdo no con poco cariño, porque cuando aún era precandidato y yo diputada, me llamó, preguntándome algo ansioso por si yo tenía alguna novedad acerca de su candidatura al Senado, “tienes que bailar conmigo esta pieza hasta el final”, me dijo, dándome a entender que en razón a nuestra amistad, pero más que nada a su excelente perfil político y académico (fue defensor del pueblo durante buen tiempo en Potosí), yo debía apoyarlo hasta que el MAS lo inscriba ante la Corte Nacional Electoral, le dije que consultaría, hice unas llamadas pero nada me dio la certidumbre que él esperaba, nunca he sido persona que maneje tan de cerca el poder de las organizaciones o sus líderes.

Luego, el MAS y Evo, efectivamente confiaron en él, lo apoyaron en toda la candidatura, podría animarme a decir que mal no le fue, salvo algún pequeño incidente en Tinguipaya donde lo agredieron físicamente porque ellos no creyeron en él y no lo querían como candidato, ni como Senador, ni como masista, ni como nada.

Ahora el Senador nos dice que es un hombre de izquierda socialista, que es parte del proceso de cambio pero que no es del MAS. Amigos y amigas, parafraseando algo que dijo Gustavo Torrico en una entrevista, tengo la certidumbre que NADIE es del MAS, sino que el MAS es mío, tuyo, nuestro.

Llego a la compresión que optar por el camino político del actual gobierno viene en combo: apoyas sus políticas (nunca a ciegas sino interviniendo en su construcción), apoyas a Evo, porque es el líder y tienes el derecho/obligación de guiarlo, y apoyas al MAS porque es el instrumento político que servirá para lograr el ansiado Vivir Bien en el futuro.

Llego a entender que no puede haber  “mediomasistas”, o seguidores del proceso de cambio pero alejados del MAS, o seguidores de Evo, pero no masistas. Esas categorías no existen como no existe emenerrista rabioso de Goni, a otro perro con ese hueso.

Eso de andar fingiendo una virginidad inexistente suele ser deshonesto y poco ético, como el de algunos servidores públicos que insisten en una supuesta apolitización, como si vendiera hamburguesas, cuando en realidad el sólo hecho de asistir a tu fuente de trabajo y cubrir las necesidades de los seres humanos que somos parte del Estado, ya te convierte en un soldado de esta revolución, ya eres parte, aunque tu naranja, rosado o verde interior no te deje verlo.

Es verdad lo que dice Eduardo, que una pieza hay que bailarla hasta el final, con ritmo, sin pausa y con creatividad, pero también con disciplina, incluso a veces uno baila la musiquita que no le gusta, pero lo hace con la convicción de que es por el bien colectivo o es simplemente el mandato de las mayorías, no de una sola región, de un grupo de amigos o de una ideología inventada. 

Nadie debería dejar de bailar, porque todas y todos los que trabajamos en el Gobierno, sean eduardos, la ingeniera que asegura cableados, el agrónomo que capacita a las y los productores, el ministro que no descansa hasta ver terminada una obra, son efectivamente masistas, son dueños del MAS, y como tales deben aportar e inscribirse, aunque claro, como dice Evo, nadie los puede obligar, sólo su conciencia que les debe hacer entender por qué están donde están.

2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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  2. es cierto que es una pieza que se baila hasta el final, tal vez tropezandose y con pisotones pero hasta el final....me gusto el articulo.

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