*Ximena Flores
Se reían, como sólo se pueden reír los adolescentes, con esa
energía natural e ilógica.
Veían nuevamente el celular y se volvían a reír, eran
carcajadas que podían cortar el silencio de cualquier ciudad, incluso ese
silencio que aturde y ensordece.
Me percaté, nomás por ociosa, que era uno de esos memes de
Facebook, decía en sus letras: “¿En qué se parece una mujer a un globo de
helio? En que el globo tiende a subir y la mujer sube a tender”.
Los muchachos, que no pasaban de los 15, gozaban el “chiste”
como algo realmente gracioso y válido en sus jóvenes vidas.
Quisiera quedarme con la tranquilidad de saber que los
jóvenes de hoy se ríen de sí mismos, del mundo que los rodea, son felices y su
alegría es contagiosa en todo el planeta. Pero no, no me quedo tranquila porque
puedo constatar que su alegría puede llegar a basarse en el sufrimiento del
otro, y en este caso, de la otra y que, por lo menos aparentemente, no se dan
ni cuenta.
Memes y “chistes” como esos circulan por millones en las
redes sin que nadie se percate del detalle escondido detrás de “lo gracioso”,
son instrumentos de discriminación, machismo y violencia.
El futbol, la música, la política, los programas de
televisión, todos son solo un pretexto para discriminar. Las cholas y los gays,
las tontas y los indios, los iletrados y los travestis, los delicados y las
marimachos, las bonitas y los feos, las gordas y los granulientos, los grasosos
y las peludas, las viejas y los “fetos”, las vírgenes y las violadas, todos y
todas son el verdadero blanco de los ataques en las redes.
Hace poco vi también un meme donde muestran cuatro fotos de
varones “prontuariados” y le piden a una mujer que indique cual de ellos la
violó, ella indica que sospecha que fue el cuarto, que para efectos del
supuesto chiste es joven y guapo, y ella dice, “”fue él, exijo reconstrucción
de los hechos”, gracioso ¿no?, dan ganas de que así sean todas las sesiones
junto a mujeres vejadas, quisiéramos reír y no llorar, alegrar nuestros días y
no apagar el sol cada mañana.
Ahora, si seguimos los pasos regulares y nos quejamos a la
red social, normalmente la respuesta es que “esta foto/publicación no está en
contra de nuestras políticas”, imagino que no lo entienden o simplemente hacen
de la vista gorda para evitarse la fatiga que instauramos las locas, descocadas
y desenfrenadas mujeres que nos damos cuenta que nos insultan.
Un primer paso para frenar este abuso en las redes es
participar de ellas, comentar en contra sin miedo, ingresar como un ejército
para hacer dar cuenta a las y los jóvenes que están violentando su desarrollo,
investigar y denunciar, así sea para que la red social nos mande al diablo.
Quizá si es un ejército denunciando se ubiquen.
De igual manera dialogar con el amigo/a que lo publica,
generalmente es la mamá de tu hijo, el compañero de trabajo o un ex compañero
de colegio, decirle que no te parece gracioso, argumentar porqué y hacerle
saber que eso va en contra de la cultura de paz que queremos para todos/as. A
mí me tocó varios que entienden y otros pocos que terminan llamándome amargada
e insultándome. Créanme que si un amigo/a se comporta de esa manera, será más
valioso lejos de su vida.
El no tener miedo a criticar y animarse a denunciar este
tipo de publicaciones hará posible que las redes también se conviertan en un
instrumento a nuestro favor, para luchar y vencer al violento, para comunicar
nuestros derechos, discutir nuestra coyuntura, hacer saber a nuestro entorno
que nos hemos convertido en intolerantes a la violencia, a los ojos cerrados, a
las risas cómplices.
*Es comunicadora e investigadora social, ex diputada del
MAS.
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